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Hace 120 años, una expedición antártica liderada por el explorador sueco Otto Nordenskjöld se vio atrapada en el continente blanco. Esta expedición tenía como objetivo la investigación científica y la invernada en la Antártida. La expedición recibió suministros del entonces presidente argentino Julio Argentino Roca, a cambio de incluir al alférez José María Sobral, el único oficial de la Armada Argentina en el grupo.
La expedición pasó dos años en la Antártida, enfrentando inviernos extremadamente fríos. Cumplido el objetivo de vivir un año en el refugio que montaron en la isla Cerro Nevado, en la costa este de la península antártica, los expedicionarios esperaron el buque que los buscaría para regresar. Sin embargo, eso nunca ocurrió, la embarcación de la expedición naufragó debido al cierre de los hielos marítimos.
En el grupo que esperaba ser rescatado se encontraba Sobral, un oficial argentino, quien tuvo que aprender sueco para comunicarse con los demás miembros de la expedición. Durante estos dos años, tuvieron que cazar focas y pingüinos para sobrevivir.
Finalmente, la Armada Argentina organizó una misión de rescate y la corbeta ARA Uruguay, reacondicionada para la tarea, partió hacia la Antártida. Un mes después, el 8 de diciembre de 1903, se produjo el esperado encuentro entre la corbeta y los expedicionarios en Cerro Nevado, donde se cargaron las muestras científicas tomadas durante dos años.
El rescate fue recibido como un acto heroico en Buenos Aires, con desfiles y muestras de gratitud hacia los valientes exploradores. La expedición dejó un legado duradero, marcando el inicio de la presencia continua de Argentina en la Antártida y su compromiso con la investigación y la exploración en la región polar.
La misión de rescate, que comenzó el 8 de noviembre de 1903, fue una gesta de relevancia internacional, que involucró enfrentar condiciones extremas, como inviernos con temperaturas de 40 grados bajo cero y la utilización de grasa de foca como fuente de calefacción. Los exploradores, que pasaron dos años en el continente blanco, se vieron forzados a sobrevivir en circunstancias desafiantes mientras esperaban el rescate.
Pablo Fontana, doctor en Historia y coordinador del Área de Ciencias Sociales, Comunicación y Difusión del Instituto Antártico Argentino (IAA), destacó que este episodio fue fundamental en la historia de la Antártida Argentina, ya que concientizó al Estado sobre la importancia de contar con los recursos humanos y materiales necesarios para establecer una presencia en la región polar.
Eugenio Facchin, capitán de navío con experiencia en campañas antárticas, subrayó que el rescate contribuyó a popularizar la Antártida en todo el mundo, despertando un gran interés por conocer más sobre esta región remota.
El rescate, que tuvo lugar cerca de la actual base Marambio, se convirtió en un símbolo de valentía y perseverancia. La corbeta ARA Uruguay, declarada monumento histórico, es en la actualidad el buque a flote más antiguo de la Armada Argentina y funciona como un Buque Museo, ubicado en el Dique 4 de Puerto Madero, donde los visitantes pueden conocer de cerca esta parte fundamental de la historia argentina en la Antártida.
Esta gesta también llevó al establecimiento del observatorio meteorológico en la Isla Laurie, en Orcadas del Sur, el 22 de febrero de 1904, fecha que se celebra como el Día de la Antártida Argentina, marcando el inicio de la presencia continua y permanente de Argentina en la región polar.
El legado de este rescate continúa vigente, ya que Argentina sigue comprometida en el desarrollo científico y la preservación de su soberanía en la Antártida, con proyectos como la reactivación de la base Petrel y una política nacional antártica sólida que trasciende los gobiernos.